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Del sitio web Collective Evolution–Traducción: Adela Kauffman

Por qué la historia general de la historia humana todavía se limita a la Teoría de la Evolución de Darwin? ¿Por qué tantos descubrimientos, como los gigantes, y la vida en otros planetas, han sido ocultados por completo como una ‘teoría de la conspiración’?

Los verdaderos orígenes de la historia humana siguen siendo un misterio, pero eso no es lo que la academia tradicional nos haría creer.

Desde Darwin, la evolución humana y «la supervivencia de los más aptos» ha sido visto en la población como una especie de verdad científica, a pesar del hecho de que sigue siendo una teoría con múltiples lagunas y «vínculos perdidos».

Si lo cuestionas, en algunas circunstancias, casi eres considerado un chiflado.

Esto sigue sucediendo en muchos campos de conocimiento diferentes; cuando cuestionas creencias que han estado arraigadas durante tanto tiempo, obtienes una respuesta áspera y, en algunos casos, puedes ser multado, encarcelado o al menos recibir enormes cantidades de odio y censura.

Lo que no escuchamos es el hecho de que hay varios cientos de científicos, si no varios miles, que se han pronunciado en contra de la validez científica de la teoría de la evolución de Darwin y explicaron porqué no es realmente válida en absoluto.

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De la web Andreas Faber-Kaiser

Desde los albores de la humanidad como tal, el hombre acepta como lógica la existencia de fuerzas inteligentes, de seres supuestamente no humanos —dioses, ángeles, demonios y un sinfín de intermediarios— que intervienen directamente en el curso de nuestra vida sobre este planeta.

Los textos y legados que en el curso de los tiempos han ido reflejando el acontecer de la historia de la humanidad están salpicados de testimonios que ilustran la presencia permanente de objetos volantes que evolucionan de forma inteligente a baja altura sobre la superficie terrestre. La lista de tales avistamientos en todo el mundo y en todas las épocas prueba que la actuación y la intervención de una o de varias inteligencias distintas de la nuestra forman parte integrante y continuada de la historia de la humanidad.

Si prestamos oidos al bioquímico inglés Francis Crick —Premio Nobel en 1962 por haber descubierto la estructura del ADN—, habríamos sido creados por una supercivilización del espacio que en una época remota infectó al planeta Tierra con un microorganismo destinado a desarrollarse en el tiempo hasta llegar a ser lo que hoy somos los seres humanos. Otros científicos secundan este supuesto, como por ejemplo Vsevolod Troitsky, de la Academia de Ciencias de la URSS, para quien la Tierra es un campo de experimentación de nuevas formas de vida, controlado por seres superiores y desconocidos para nosotros.

Los más antiguos legados de la humanidad parecen refrendar estos supuestos. Aportaré solamente dos ejemplos.

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